Reflexiones del galeno-“Muerte, vieja amiga”

La muerte camina por los pasillos de un hospital, a veces se pasea más, otras veces logamos hacer tan bien nuestro trabajo que pasa desapercibida, pero siempre está por ahí.

Es nuestra eterna rival, siempre ventajosa, siempre con un truco bajo la manga. Pasamos nuestra vida estudiando y estudiando para ganarle el juego de ajedrez, dedicamos nuestras fuerzas a diseñar estrategias para burlarla, a veces logramos hacer proezas dignas de estrategas militares, otras veces se burla en nuestras caras, nos hace sentir como estudiantes de primer año y nos recuerda que nuestra voluntad pocas veces puede más que la realidad.

Día a día, noche a noche, sumamos fuerza entre todo el personal médico para sostener el frente de batalla, paciente a paciente, lucha a lucha, para que al final del turno lleguen nuestros refuerzos para relevarnos. Nunca tenemos la certeza de como terminará, pero tenemos la certeza de que siempre volverá al día siguiente para dar la cara.

No se vuelve más fácil, cargamos con los nuestros y los caídos, cargamos con el peso de nuestras decisiones. Respetamos la muerte, aprendemos a vivir con ella, es parte del trabajo, pero jamás somos indiferentes, no nos desmoronamos porque aprendemos a sentir sin vivirlo, asimilas, entiendes, actúas y avanzas.

La muerte se vive de diferentes formas, la decisión más difícil para el médico, para el paciente y para la familiar es cuándo dejar ir, cuando es demasiado. Dentro del contexto de la ética médica nos rigen 4 principios, el principio de autonomía habla de respetar la voluntad del paciente, la beneficencia de siempre obrar en función del enfermo, el principio de no maleficencia nos habla de jamás dañar y la justicia, pide dar a cada quien lo que necesite.

Todas las situaciones que atentan contra esos principios entran dentro de los “dilemas éticos”, como decidir cuando es momento de dejar a la enfermedad tomar su curso o cuando es momento de no bajar los brazos, idealmente estas decisiones deberían ir aconsejadas por un comité, sin embargo, el primer y gran filtro resulta en una adecuada relación médico-paciente-familiares, en donde se cumpla en la medida de lo posible la voluntad del paciente, respetando lo permisible por la ley, siempre en búsqueda de lograr un adecuado proceso hacia el final de su vida.

No hay mayor forma de honrar a la muerte que luchando contra ella, sacar adelante a un paciente siempre es el fin último, que lleguen a casa un día más. Pero la muerte llegará, tarde o temprano y hay momentos en que hay que envalentonar al paciente para hacerle frente, prepararlo y guiarlo, auxiliarlo mediante el apoyo psicológico y con servicios del cuidado del paciente crítico, cuidados paliativos y medicina del dolor.   

Me parece oportuno en este particular mes hacer una pausa para recordar, reflexionar todas las batallas libradas, han sido tiempos de guerra.  Pero a pesar de que la muerte es nuestro rival, jamás deberá ser vista como enemiga, no es más que un poco más del viaje, aún más para nosotros los mexicanos que llenos de tradición, de cempasúchil y comida, nos preparamos con para recibir a nuestros seres amados y recordar.