Eres magia-Reapropiándonos de ser el familiar incómodo

Eres magia-Reapropiándonos de ser el familiar incómodo

¿A quien no le ha angustiado alguna vez la frase: “el patito feo de la familia”?  En gran parte esto se debe a que implicaba la posibilidad de un cierto nivel de aislamiento, de soledad y de incomprensión. A veces, nos sentimos ese familiar un poco diferente al resto de nuestra familia. Conforme vamos creciendo entendemos, que no es algo “malo” como creíamos o más bien como lo sentíamos.

Una vez nos aventuramos a conocernos y a formar una relación sana con nosotrxs mismxs, quizá con la ayuda de terapia, quizás no. Nos conocemos lo suficiente para entendernos, entender de dónde venimos, por qué somos como somos y esto nos devuelve nuestra identidad y nuestra autonomía.

Si todavía no lo has hecho, te invito a conocerte, te cambia la vida, eso te lo firmo. Este sentimiento de “ser diferente” puede llegar a ser muy aterrador, nos puede llegar a hacer sentir incomprendidos y hay mucha soledad que acompaña estos sentimientos. A veces, intentamos esconder aquello que nos hace diferentes tratando de encajar. Incluso “imitar” el comportamiento familiar o el de la sociedad, comprometiéndonos a nosotrxs mismxs por miedo a ser vistos como diferentes. Y es ahí donde nos perdemos. 

No, no somos el familiar incomodx. Somos las ovejas moradas, las ovejas de arcoíris, somos quienes no tenemos pelos en la lengua, quienes no nos quedamos calladxs. Los que decimos lo que pensamos, los que señalamos el racismo, el clasismo, la homofobia, la transfobia ¡Uf, como le caemos bien a la gente a veces! Algunos nos llamarán generación de cristal, si supieran que estamos hechos de hierro puro.

Porque ser y saber realmente quien eres es de los actos más difíciles y más valientes que existen. Aunque ahora se escribe esta columna con toda sus letras y con todas estas reflexiones. Quiero que sepan mis queridos lectores que no siempre fue tan fácil (a veces todavía no lo es). A veces estos procesos son muy solitarios. Sin embargo, veo allá afuera a muchas otras ovejas dispuestas a deconstruirse y construirse las veces que sean necesarias, dispuestas a defender sus ideales, a dejar un cambio en el mundo, y encuentro motivación. 

Pasamos de ser ese “bicho raro” a decir: esta soy yo, esta es mí voz y no me voy a callar. ¿Por qué? Porque me he trabajado lo suficiente para saber quién soy, qué me gusta y qué no. Qué tolero y qué no. Cuáles son mis creencias, mis valores, mis ideales, mis objetivos, mis metas y mi camino. Quizás no todo o no del todo, pero en eso estoy, construyéndome. Esto puede llegar a incomodar muy fácilmente, créanme, lo entiendo.

Porque hace reflexionar, porque obliga a cuestionar, porque nos lleva a darnos cuenta que a veces estamos equivocadxs, o que necesitamos continuar trabajándonos o necesitamos cambiar, y el cambio, siempre es temible. Para alguien que no esta dispuestx a aventurarse en alguno de estos proceso, es algo muy terrorífico y sentir miedo incomoda. Nos regresa cierta responsabilidad, darme cuenta que estoy equivocadx implica tomar la responsabilidad de mi persona y quizás cambiar.

Dos cosas que definitivamente no nos gustan y no estamos acostumbradxs a hacer. Salirnos de la norma o de lo que se espera de nosotros intimida porque nos volvernos personas “impredecibles” para quien nos trata y recuerden en una sociedad donde nos gusta creer que tenemos el control, si somos “eso que sale fuera control” angustiamos al otro, ¿pero que creen? ESA no es nuestra responsabilidad. Quizás la respuesta sea, no pensar que podemos controlar a los demás, y hacer las pases con la realidad, que es: que lograrlo es imposible. 

En nuestro día a día claro que vamos a encontrar muchas cosas que nos incomoden: situaciones, interacciones y emociones. Atención con la última, si algo hemos aprendido a lo largo de estas columnas es que cuando se habla de emociones, se habla sobretodo de sentimientos incómodos y displacenteros como lo son la ansiedad, la angustia y el enojo.

No es coincidencia la gran tendencia que existe para utilizar la evitación y negación como las “mejores herramientas” para manejar estos sentimientos. Algo similar pasa cuando alguien quizás, un familiar dice o hace algo que nos incomoda. Como señalar que “ese es un comentario machista”, o “que esta es una actitud clasista”, o “que lo que hacemos tiene algún tipo de repercusiones más allá de nosotrxs”. Incluso cuando un familiar nos pone un límite como decirnos que la manera en la que nos expresamos lo lastimó.

Claro que toda esto comunicación mejoraría a nivel interacción con la utilización de comunicación asertiva, no la subestimemos y no la dejemos de lado. En fin, decir las cosas como son, no es para nada fácil. Ni para quien lo escucha, ni para quien lo dice. 

El objetivo de ser esta persona “incómoda” no es incomodar a los demás, es ser tú. Y si esto llega a incomodar al otro, esa es su responsabilidad, insisto, no tuya. Es responsabilidad  de esa persona ver por qué se incomoda y y es su responsabilidad si decide o no hacer algo al respecto. Reapropiémonos de este término y encontremos confianza en ello. Por que si algo hemos aprendido, es que encontrar nuestra voz es la base de la construcción de nuestra confianza. Estaría mintiéndoles si dijera que es un camino fácil y sencillo.

No, no les miento es uno de los caminos mas difíciles que se puede elegir, lleno de dolor, esfuerzo, trabajo, sudor y bastantes lágrimas. Pero queda un consuelo inmenso en saber que es un camino que decidimos hacer por y para nosotros, para nade más. Para poder brillar en nuestra individualidad y en el poder que tiene ser únicos.

Es hora de no quedarnos calladxs por el “qué dirán”, por el “no quiero incomodar”, “no es una opinión popular”, “no quiero causar discusiones”, no dejes de ser tú por miedo a los demás. Al contrario, se tú pese a los demás. Ahí es donde se encuentras realmente el poder de tu identidad. 

Espero mi voz pueda algún día ser la tuya, nunca dudes de ti, de tus ideas, de tus creencias y de tu personalidad, de quien eres TÚ. Se esa persona diferente y te prometo que harás la diferencia. 

Atentamente, la oveja morada

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