Eres magia-En la era de las redes sociales, ¿dónde queda la salud mental? 

Eres magia-En la era de las redes sociales, ¿dónde queda la salud mental? 

Vivimos en una era en donde la mayoría de nuestra información la consumimos a través de las redes sociales. Esto responde a la necesidad que la sociedad tiene de inmediatez y brevedad. Nuestra vida social en gran parte es conformada por la redes sociales Facebook, Instagram, TikTok, Twitter, etc. Hemos integrado esta parte a nuestras vidas al grado de qué podríamos decir que las redes sociales incluso forman parte de nuestra identidad. Como se han inmiscuido tanto en lo que nos conforma como personas, estaríamos en lo correcto en asumir que entonces también tiene una influencia o una trascendencia muy poderosa sobre nuestra salud mental.

Nuestras redes sociales se han vuelto una extensión de nuestra persona, identidad y personalidad. El peligro esta en que muchas veces comenzamos a medir nuestro desempeño, nuestro valor y nuestro merecimiento, a partir de las redes sociales. A través de los likes, interacciones, comentarios, veces compartidas, que tiene nuestro contenido. Qué fuerte pensar que nuestro valor es determinado a través de la imagen que creamos en una plataforma virtual y los likes que recibimos, cada vez “Black Mirror” se siente más cercano. 

Como casi todo en la vida, las redes sociales también tienen sus pros y sus contras, el chiste está en tomar decisiones informadas, consientes y a favor de cada quien. Ya se ha visibilizado en varias ocasiones el hecho de que la salud mental en muchos países, es un privilegio. La mayoría de la gente no tiene acceso a una salud integral y esto claramente incluye una salud mental digna. Si algo podemos rescatar de las redes sociales es que muchos profesionales de la salud se han dedicado a compartir información de manera amigable, cercana y educativa. Convirtiéndose en un recurso disponible para la sociedad.

Sin embargo, el doble filo de este beneficio, llega cuando hablamos del autodiagnóstico que también ha acompañado a las redes. Si bien es un beneficio el hecho de poder tener tanta información, fuentes, y expertos a nuestra disposición o al alcance de nuestros dedos o de nuestra tableta o celular. Muy pocas son las personas que de verdad se dan a la tarea de investigar de dónde están consiguiendo la información. Es decir, verificar sus fuentes.

Casi no tenemos la practica ni la cultura de verificar si el contenido que consumimos, ni corroborar que la persona que vemos en la pantalla enfrente de nosotrxs cuente con las certificaciones adecuadas, o realmente esté capacitada para dar compartir la información que comparte. Sucede mucho que en redes como lo son Instagram o TikTok se habla de temas en los que la mayoría no son expertos por ejemplo, la salud mental. Con esto no queremos decir que nadie puede hablar de la salud mental. Pero muchas veces queremos diagnosticarnos con algún trastorno o incluso enfermedad (en la cuestión más salud física) con videos en Internet, de personas, las cuales ignoramos su formación y sus certificaciones. 

Y si bien nos puede ayudar a través de meternos el gusanito de quizás irnos a checar con algún experto calificado. Tenemos que tener en cuenta que no son diagnósticos definitivos. Dicho de otra manera, nadie puede diagnosticar un trastorno mental o una enfermedad física a través de las redes sociales. Honestamente, ¿cuántos de nosotrxs no hemos hecho eso? Vemos un video que dice: ¿te cuesta trabajo dormir?, ¿te duele mucho la cabeza?, ¿sientes que no paras de pensar?, ¿te sientes muy inquietx?, de seguro tienes un trastorno de ansiedad (disclaimer, no lo tienes, fueron síntomas lanzados al azar). 

Una vez más, es imposible diagnosticar a través de redes. Ya que ética y científicamente es necesario una evaluación exhaustiva y multidisciplinaria de la persona, para obtener un diagnostico certero. Incluso si la persona que provee la información es un profesional de la salud. A veces pecamos de creernos todo, absolutamente todo lo que leemos. Esta es una exquisita paradoja de nuestra mente, así como a veces creemos todo lo que nuestra mente nos dice como realidad, a veces todo lo que vemos y leemos en redes sociales lo aceptamos como la verdad absoluta. Volvámonos una vez más, pensadores críticos.

¿Cómo sé cuándo tomarme un break de las redes sociales? A veces estamos tan involucrados y tan acostumbrados a siempre tener el celular en la mano y estar sumergidos en las redes sociales viendo tanta información todo el tiempo, que es necesario hablar de la sobre la sobre-estimulación. Entendiendo este concepto como la inundación de estímulos que entran a través de los sentidos. Son tantos estímulos que el cerebro esta en una sobre-estimulación debido a la cantidad de procesamiento que tiene que hacer. A la par, existe también una sobre-estimulación a nivel emocional. Estamos tan pegados al celular en las noticias que no nos damos cuenta de lo desgastante emocionalmente que eso puede llegar a hacer. Tenemos que hacernos responsables del tiempo que pasamos en pantalla y de la información que estamos consumiendo. En ocasiones la información que estamos consumiendo resulta ser contraproducente. 

Por ejemplo, cuando únicamente seguimos a cuentas que hablan de la necesidad de estar en forma y cuidar la manera en la que comemos, enseñando personas muy delgadas o “fit”. Ojo aquí, no es que esto sea “malo”, pero va a valer la pena hacer una evaluación de lo que consumir este contenido causa en nuestra vida diaria, nuestra percepción de lo “sano”, nuestra relación con nuestro cuerpo, con la comida y al final con nosotrxs mismxs. Muchas veces sucede que al consumir cierto tipo de cuentas, lo único que hacemos es compararnos con ellas, con “la vida perfecta”, “la rutina perfecta”, “la familia perfecta”, la persona “perfecta”. Ahí nace y reclamando auto-reclamo y unos niveles de auto-exigencia titánicos, que claro que tienen repercusiones fuertísimas en nuestra salud mental. Tener este hábito solo nos fomenta compararnos con estereotipos inalcanzables, se nos olvida que en redes, por ejemplo, Instagram un alto porcentaje de lo que se comparte no es la realidad.

Algo similar podríamos decir de el sobre-consumo de noticias. Tenemos que tomar más consciencia y responsabilidad en cuanto a consumir demasiadas noticias angustiantes como lo son el contenido de guerras, feminicidios, otros tipos de violencia, controversias que nos muevan cosas a nivel personal, etc. Sería de utilidad hacernos preguntas como: ¿de verdad necesito ver este contenido ahorita?, ¿este contenido me aporta?, Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es no, entonces deberíamos revaluar el tiempo que invertimos en estas actividades. 

Una vez más queda en nosotros tanto nuestra salud mental como lo que consumimos, y esto aplica para lecturas, libros, redes, medios, etc. También es nuestra responsabilidad el tiempo que le invertimos y si investigamos o no, de dónde y con quién nos estamos informando. Por que todo lo que decidimos tiene una consecuencia, la cual también será nuestra responsabilidad. Recuerden, compartir reflexiones, invitaciones a tomar acción, herramientas y recursos en redes llega a ser muy útil y sí es algo que nos beneficia, pero lo importante es recordar que eso no es, una intervención terapéutica.

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