Columna Invitada-¿Promover Monopolios de Estado o Promover la Inversión y la Competencia?

Dr. Roberto Gómez

En estas épocas en que están de moda las propuestas e iniciativas de reformas que promueven el fortalecimiento de las empresas púbicas (ahora llamadas empresas productivas del estado) y que comprometen en cierta medida la inversión privada y la libre competencia, vale la pena reflexionar sobre las empresas chinas, sus resultados y la viabilidad de replicar este modelo de negocios.

Como es sabido, el socialismo de mercado se basa en mantener un sector público fuerte, desempeñando un papel estratégico en la economía. Todo sugiere que este es uno de los “secretos” del notable desempeño de la economía china en términos de crecimiento, sin ofender a los liberales de todas las tendencias, acérrimos defensores de la propiedad privada y la maximización de beneficios donde muy probablemente estaría yo incluido. Sin embargo, esto se explica por el tamaño de estas empresas, que son verdaderos mastodontes, ya sea en los sectores de la energía (electricidad, petróleo), materiales básicos (siderurgia, química, etc.), productos semiterminados, construcción o incluso marítimo. transporte, economías de escala que reducen considerablemente los costos, en la compra, producción y venta. Son estas empresas las que brindan a una miríada de pequeñas y medianas empresas insumos muy baratos que les permiten, mucho más que los bajos salarios (que representan solo del 2 al 10% del precio de venta, aunque tienden a crecer muy rápidamente), condiciones de producción que los hacen exitosos en el mercado mundial.

Pero no es la única razón. En China las empresas del gobierno sí pagan impuestos, pero distribuyen pequeños dividendos a su principal accionista, el Estado (en promedio, un 10%), a diferencia de las empresas públicas en México, que tan pronto obtienen ganancias, se convierten en “cochinitos” para el gobierno en turno. Esto es lo que le permite a estas empresas Chinas reinvertir en su propia modernización y crecimiento cosa que en México es tan sólo un sueño guajiro.

Otra superioridad de las empresas públicas chinas es la participación del personal en la gestión de las unidades productivas, a través de sus representantes en el consejo de vigilancia y el congreso de trabajadores. Claro está que la cultura laboral y de trabajo china dista mucho del Charrismo sindical practicado en México.

Podríamos seguir pero pareciera que el éxito de este modelo esta reservado para empresas como las chinas y difícilmente podrían ser replicadas en otras partes del mundo sin la cultura, educación y poder económico de esta potencia. Los países en vías de desarrollo como México, aunque no nos guste, estamos condenados a alcanzar la eficiencia basada en la promoción de la inversión privada y el impulso a los mecanismos de competencia y no a través del fortalecimiento de los monopolios de estado que hasta hoy no han logrado buenos resultados en nuestro país ni en otra parte del mundo fuera de china.

Ser una empresa socialmente responsable también te permite maximizar tus ganancias

La responsabilidad social corporativa (RSE) es una doctrina que promueve la administración social ampliada por parte de empresas y organizaciones. La RSE sugiere que las corporaciones asuman responsabilidades hacia un grupo más amplio de partes interesadas (clientes, empleados y la comunidad en general) además de sus obligaciones financieras habituales para con los accionistas. Algunos ejemplos de RSE incluyen donaciones caritativas a programas comunitarios, compromiso con proyectos de sostenibilidad ambiental y esfuerzos para fomentar un lugar de trabajo diverso y seguro.

A pesar de la aparente aceptación de la RSE por parte de las empresas, muchos economistas  adoptaron una visión escéptica de la RSE y su viabilidad en un entorno competitivo. Milton Friedman, en particular, dudaba de que la RSE fuera socialmente deseable en absoluto. Sostuvo que la única responsabilidad social de una empresa era maximizar las ganancias (realizar negocios en competencia abierta y libre sin fraude ni engaño).

El argumento de Friedman provocó que los economistas exploraran las condiciones bajo las cuales la RSE puede justificarse económicamente. Los economistas Bryan Husted y José de Jesús Salazar, por ejemplo, examinaron un entorno en el que es posible integrar la inversión en RSE en las operaciones de una empresa que maximiza los beneficios. Los autores consideraron tres tipos de motivación que las empresas consideran antes de invertir en actividades sociales:

• Altruista, donde el objetivo de la empresa es producir un nivel deseado de RSE sin tener en cuenta la maximización de sus beneficios sociales;

• Egoísta, donde la empresa es obligada a la RSE por parte de entidades externas que escudriñan su impacto social; y

• Estratégica, donde la empresa identifica actividades sociales que los consumidores, empleados o los inversores valoran e integran esas actividades en sus objetivos de maximización de beneficios.

De acuerdo con Friedman, Husted y Salazar podemos concluir que los beneficios potenciales tanto para la empresa como para la sociedad son mayores en el caso estratégico cuando las “actividades socialmente responsables” de la empresa están alineadas con el interés propio de la empresa.

Los análisis teóricos y empíricos modernos indican que las empresas pueden participar estratégicamente en actividades socialmente responsables para aumentar las ganancias privadas y contribuir a la maximización de las mismas. Dado que las partes interesadas de la empresa pueden valorar los esfuerzos sociales de la empresa lo que conlleva a que la empresa pueda obtener beneficios adicionales de estas actividades, que incluyen: mejorar la reputación de la empresa y la capacidad de generar ganancias al diferenciar su producto, la capacidad de atraer personal más altamente calificado o la capacidad de extraer una prima adicional por sus productos.