Blancanieves: El colorido regreso de la CND a los teatros y la responsabilidad social de los artistas

El ballet de Blancanieves, como bien lo dijo su coreógrafa, Irina Marcano, “es un sueño de color que ocurre todo dentro de una gran manzana”; es un espacio místico lleno de mexicanidad.

¿Por qué un cuento, mundialmente conocido, que no fue inspirado en México, tendría esta magia y colores que nos identifican? Este trabajo se le atribuye a la coreógrafa, quien acertadamente logró involucrar las tradiciones más entrañables de un país surrealista, cómo así lo declaró el escritor francés, André Bretón, a la hora de jugar con los tradicionales alebrijes en lugar de optar por la presencia de animales comunes que ayudan a nuestra personaje principal.

La presencia de estos peculiares personajes, hacen click en el inconsciente del espectador, quienes, gracias a la creatividad de los movimientos de los bailarines para interpretar estos seres, comienzan a tratar de identificar a cada uno de los alebrijes que se mueven por el escenario.

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Hay que destacar el trabajo de la vestuarista, Sara Salomón, quien anteriormente trabajó con la Compañía Nacional de Danza (CND) en el ballet “Esquina Bajan” y además, tiene una amplia trayectoria dentro del diseño de vestuario, y que, sin duda en Blancanieves, enfrentó el desafió de crear una indumentaria que permitiese brindar al bailarín la soltura que lo caracteriza, acompañado de anchas piernas, plumas, gorros ostentosos, formas variadas y sobre todo, su colorido hipnótico.

Aunque los alebrijes son algunos de los personajes que sobresalen dentro del diseño de vestuario, el trabajo que se realizó con la malvada madrastra, fue algo excepcional y se puede apreciar el esfuerzo en conjunto por parte de la coreógrafa y la vestuarista, el cual culmina en una pieza llena de dinamismo y creatividad, no solo por la bailarina quien interpreta en cada uno de sus movimientos las frases que le permiten comunicarse con el público, sino que gracias a las sombras y pliegues que adornan el largo vestido, es posible jugar con la ilusión de un dragón moviéndose por el escenario con ayuda de los que se denominan, “sombras”.

Pero Blancanieves no sobresale solamente por el diseño de los vestuarios o la ejecución de la danza en cada uno de los movimientos de los bailarines, y es que, como se mencionó al inicio, la obra se lleva a cabo en una gran manzana, el escenario se llena de colores y el juego de la escenografía y la iluminación permite al espectador asombrarse con la creación de un mundo extraordinario.

Este trabajo creativo incluye la presencia de otro gran personaje dentro de la escenografía en México, Jorge Ballina, quien gracias a sus diseños permite visualizar cierto dinamismo que acompaña a las y los bailarines, además de jugar con las perspectivas, lo cual permite una libre transición de las escenas de una forma que, en conjunto con el trabajo lumínico, permiten al espectador sentir como si el tiempo no recorriera su forma habitual.

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Además, hay que destacar un momento dentro de la obra en la cual, los siete enanos se presentan ante Blancanieves y la composición del escenario durante este juguetón instante, junto con los movimientos de estos, evitan que la ilusión óptica rompa su fluidez.

La iluminación ocupa un papel determinante dentro del ballet, ya que la composición de colores permite apreciar en toda su extensión los contrastes entre el vestuario y la escenografía, además Xóchitl González, permite al espectador sentirse parte de la obra, ya que el techo del Palacio de Bellas artes se ilumina de rojo y, aunque es un espacio de gran tamaño, a comparación del Teatro de las Artes, en dónde esta obra se presentó hace algunos años, cuyo tamaño y configuración del recinto, permitía apreciar con mayor detalle esta ilusión óptica, el Palacio no dejó de sorprender con las capacidades que tiene como recinto cultural, incluso se puede admirar en mayor proporción una ilusión óptica que se crea a partir de la ausencia de los colores tan vivos y característicos de Blancanieves, al dejar en un claroscuro la escena y resaltar un momento de vividez absoluta con la silueta de los bailarines.

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Hay que resaltar que la ausencia de la CND durante un largo periodo de tiempo debido a la pandemia de Coronavirus y su eventual regreso a los escenarios con la puesta en escena de Blancanieves, enfatiza esta responsabilidad artística que Irina Marcano menciona, ya que, a comparación de otras obras, esta puede apreciarse más fácilmente por niños y la implementación de las normas sanitarias cumplen con esta responsabilidad social que los artistas tienen al involucrarse en temas contemporáneos y que aquejan a la población.

Observar varios lugares sin ocuparse en este recinto es cosa inusual y mucho más cuando se tiene la presencia de la emblemática Compañía Nacional de Danza; sin embargo, para garantizar la seguridad tanto del público, como del cuerpo artístico y demás colaboradores que hacen realidad la magia del teatro, apegarse a las normas sanitarias será sumamente necesario para el paulatino regresó del arte a la vida mexicana.

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