Transitorios-Qué miedo

Una vez más las redes sociales empezaron a alertar a los habitantes de Jalisco y otros estados que la violencia se hacía presente en sus calles, en sus comercios y en sus carreteras. Con el desconcierto apareció el miedo que se transformó en  pánico y se apoderó de muchos, como si viviéramos en un estado de guerra que lleva ya muchos años y que no se le ve fin.

Los teléfonos celulares sonaron y no dejaron de hacerlo hasta que en pocos minutos, la segunda ciudad más grande de México quedó a merced de su propio miedo. La violencia organizada venció una vez más a una sociedad representada por un estado, que con todo tipo de excusas y justificaciones, no ha podido brindar desde hace años seguridad pública a sus habitantes, a pesar de que esa es su función más importante.

Aflora la desesperación de quienes somos padres y que en esos momentos difíciles, buscamos con insistencia la llamada con nuestros hijos para saber que están a salvo. El miedo es un poderoso sentimiento que todo lo nubla, que todo lo confunde. Cuando el miedo es general se convierte en terror y quienes lo producen son terroristas.

Desde hace mucho las cosas van muy mal y los ciudadanos vemos y sentimos como la incapacidad y la ineficiencia del Estado no resuelve nada. Bloqueos, incendios y balaceras son actos latentes que desde hace más de diez años generan terror en la sociedad y no podemos ni menos debemos acostumbrarnos a vivir con ellos.

Lo grave del asunto de la semana pasada en Jalisco, Guanajuato, Chihuahua, Baja California y Michoacán, es que una vez más, se puso en evidencia la fuerza e impunidad de las mafias para retar al Estado y la facilidad para trastocar la tranquilidad y paz de una enorme comunidad que padece la violencia y el terror. Sabemos que las fuerzas armadas llevan años en esta lucha y sería imposible hoy cambiar esa realidad, porque nadie tuvo el valor de formar policías eficientes, preparados y capaces de afrontar estos enormes retos. También sabemos que si no se hace algo bien y pronto, el País continuará a merced de delincuentes y mafias, y no veo que el Estado responda a estos retos con acciones serias, porque hasta hoy solo existen discursos, de donde no han surgido soluciones para cambiar muerte por vida y miedo por seguridad.

Estamos al límite y por ello será mejor que los intereses políticos de unos y otros, no nos conviertan a todos nosotros en sus rehenes. Hasta ahora todos han fallado y de esa forma se ha permitido que el crimen mantenga como un objetivo claro enviar mensajes de terror a la sociedad. Con su capacidad de alterar el orden han demostrado otra vez el control en una gran parte del territorio que vive sin ley ni orden.

No hay forma hoy por hoy de contar con alternativas diferentes para que las fuerzas armadas dejen de intervenir en problemas de seguridad pública, lo mejor es que lo hagan en el marco de la ley y que se evite con discursos electoreros, distraer la atención de lo que en verdad importa, que es la seguridad de todos los mexicanos, porque la falta de ésta, se está volviendo insostenible y alguien lo va a arreglar, a ver si el precio no resulta muy oneroso para todos.

TFA