Transitorios-Normalidad democrática

La primera regla de la democracia representativa que vivimos es que en las elecciones de cada 3 o cada 6 años se gana o se pierde, y el resultado debe respetarse. Pasado el ejercicio democrático, los ganadores y los perdedores deben estar conscientes que las victorias y derrotas electorales no son para siempre y revisar sus aciertos y errores para enriquecer la participación y el papel de los partidos políticos.

El día de ayer los mexicanos salimos a votar conscientes de que con nuestro voto vamos a marcar el camino que queremos para el País,  para varios Estados y municipios y el tipo de pesos y contrapesos para el poder presidencial.

Pasada la contienda electoral, lo que esperamos es la normalidad democrática, es decir, que se continúe con prudencia y sensatez la vida pública y la gobernabilidad en el País, que las instituciones sigan funcionando para que la democracia que vivimos en verdad tenga pesos y contrapesos que garanticen libertades, autonomía e imparcialidad de los poderes de la Unión.

Ya habrá otras elecciones, ya habrá otras oportunidades de confrontar plataformas electorales, personalidades y propuestas, si es que estas existen, pero es fundamental continuar nuestra vida democrática en unidad y sin polarizaciones.

En esa normalidad democrática deseable, todos, unidos y sin confrontaciones, tracemos el mejor camino para México, que es el que emana de las urnas y recoge la voluntad popular. Continuemos en serio trabajando en la solución de los graves problemas que enfrenta México, y que el cambio prometido sea una realidad.

Hoy confirmo que los partidos políticos como los conocemos son obsoletos, una carga para los ciudadanos y un desprestigio para la democracia, y que su vital función en ella no está ni remotamente satisfecha o cumplida. O en verdad realizan sus funciones o estarán cada vez más lejos de la ciudadanía, sin ideas ni propuestas, una verdadera agencia de colocación, en eso se han convertido.

Sin cuadros capacitados, ausentes de una oferta política inteligente, los partidos perdieron una de sus funciones esenciales que es la de formular ideas para que la sociedad decida. Lo vimos en las campañas pasadas, lo comenté en participaciones anteriores, la frivolidad de los candidatos siguiendo la línea de sus mercadólogos fue vergonzosa, lamentable.

Ver a candidatos no sólo de pequeñas poblaciones o municipios, sino de grandes ciudades o de estados, hacer estupideces como bailes, chacoteo y todo tipo de frivolidades, en lugar de generar propuestas para atender problemas, y no digo grandes problemas, sino los inmediatos de los ciudadanos que aspiran servir, de sus poblaciones, los de su calle, su colonia, su municipio. Es perturbador saber que estos prohombres son los que piden nuestro voto para gobernarnos. Ante esta terrible realidad deberíamos saber y hacer valer la importancia de nuestros votos y no otorgarlo ahora ni nunca a este tipo de personajes, que sabemos cómo acabarán.

Nuestra democracia es la única vía para mejorar nuestra realidad y medio para poder aspirar a vivir un verdadero estado de derecho. Que el voto se respete, que los millones de personas que sufragaron encuentren la representación que esperan, que el camino para el país sea el que señaló la voluntad popular en las urnas. Es un deseo, pero ojalá que así suceda, como cada tres años.

TFA