Transitorios-Los partidos políticos en la democracia mexicana

Transitorios-Los partidos políticos en la democracia mexicana

México tiene una muy corta vida democrática y una ciudadanía que en su mayoría no se involucra para nada en el debate político o en los asuntos públicos. La democracia mexicana es incipiente y aún se está formando con todas las amenazas que una omnipresente tradición autoritaria de más de ochenta años ha forjado a nuestras instituciones y permeado en el inconsciente colectivo, que no alcanza a despertar y motivar al electorado para que participe más en los temas destacados de la res pública.

Lo anterior se debe a que los partidos políticos cada día son más cuestionados y los ciudadanos los ven con absoluta desconfianza. La credibilidad de estos institutos es prácticamente nula y sobre todo carente en su gran mayoría de propuestas e ideas que en verdad sirvan para resolver nuestros males y problemas.

El sistema electoral siempre está en tela de juicio y en la antesala de reformas interminables que se dan como indispensables después de cada elección. Algo siempre está mal o no se acomoda al gusto del gobierno en turno. Las próximas elecciones del 6 de junio no serán la excepción.

Lo que es cierto es que estas reformas políticas tan mentadas, tienen su más importante concreción en los ciudadanos, quienes han ido cambiando la cultura de su voto y ahora existe uno de castigo que manifiesta su desagrado a un gobierno en concreto, ya sea federal, estatal o municipal, contra ese tipo de sufragio, no hay defensa y tarde o temprano aparece.

Pasaron más de 70 años para que ese voto de castigo lograra un cambio de partido en la Presidencia de la Republica, y debemos recordar que el pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo.

Si bien en la vida democrática del país se ha avanzado en una mejor y más fuerte regulación del financiamiento de los partidos políticos y de los candidatos, disminuyendo el riesgo de que, al menos por ese hecho, las autoridades que resulten electas por el sufragio popular se puedan pervertir.

Pero no menos cierto es que con la existencia de tantos partidos políticos, nos perdemos en una selva en donde prevalece la ley del más fuerte, solo sirven de comparsa de los que tienen más representación y a la ciudadanía o al electorado nada les dice. Se volvieron mercaderes de la peor calaña.

Hoy en día nadie puede asombrarse del discurso de muchos candidatos que no proponen nada. El discurso político parece un concurso de estupideces y malas bromas, reflejan su pobreza intelectual y su capacidad personal y la pobreza ideológica de los institutos políticos que representan, pero que, si les cuestan a todos los mexicanos, ahí debería de darse a rajatabla la austeridad republicana.

Muchos partidos no dicen nada, no proponen nada. Por eso los ciudadanos afirman con razón, que todos los partidos son iguales, porque los actos que de ellos observamos tienden a la misma finalidad y no necesariamente a defender principios, creencias o postulados políticos. Es cierto que las ideologías ya no existen como forma de identificar una plataforma política y ello tiene su precio que es la desaparición de la vida partidista.

De ahí el alejamiento de la sociedad de los partidos políticos, de ahí la gran desilusión que para muchos que han creído en los cambios y en la esperanza fallida de una mejor vida política y democrática para México.

A la vuelta, la realidad nos coloca donde empezamos, en nuestra aspiración por la democracia que queremos.

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