Transitorios-Educación: libertad, igualdad, Justicia

 
Libertad, igualdad y justicia son palabras que han sido objeto de toda la construcción filosófica, religiosa y política del hombre, y todavía no existe una definición que nos deje satisfechos. Aun no encontramos una respuesta clara a esta pregunta: ¿es la ley, dios o el estado el camino para llegar a la libertad a la igualdad y a la justicia?

Lo cierto es que el egoísmo y mezquindad de los hombres han hecho imposible que la justicia se alcance, que la igualdad sea posible y que la libertad sea plena. Solo en la idea de Dios podemos tal vez aspirar a ellas, lo que quiere decir que no es en este mundo en dónde podemos encontrarlas.

En la teoría del Estado la justicia sólo puede representarse como la validez y eficacia de un orden jurídico determinado, es decir la justicia sólo es posible mediante la aplicación del derecho y ahí la libertad e igualdad pueden ser derechos tutelados lo que no necesariamente quiere decir que sean eficientes.

Desde un punto de vista político, la libertad la igualdad y la justicia son promesas que se ofrecen para arreglar los conflictos entre los hombres. Sirven para legitimar el poder mediante un sistema de creencias por los cuales unos obedecen a otros, pero siempre predomina la miseria humana, expresado en la avaricia, la envidia, la soberbia y la corrupción que, en el nombre del bienestar del pueblo, se han utilizado para dominar, esclavizar y conquistar al propio hombre.

Hay sociedades que se han desarrollado en base a la educación y al respeto del Estado de derecho. Ahí es factible encontrar algo más parecido a estas ideas/fuerza fundamentales del hombre como son la libertad la igualdad y la justicia.

En otras sociedades como la nuestra, la gran mayoría nacieron para perder, porque la pobreza total los coloca fuera de toda oportunidad y sus posibilidades son las de repetir una y otra vez la vida de sus padres, quienes a su vez repitieron la de sus abuelos, bisabuelos y así hasta tener la certeza que también vivieron la inutilidad de todo esfuerzo, agravado por un crecimiento demográfico producto de esa misma pobreza que paraliza y encadena.

Los pobres eternos de México, para los que no existe oportunidad de una vida mejor, aunque así se los hayan prometido no sólo hoy sino desde hace mucho tiempo. Esos pobres son la base del discurso de un régimen que no podrá cumplirles y sabemos bien que esa realidad no va a cambiar, a pesar de todas las revoluciones de ayer y transformaciones de hoy, porque los esfuerzos  no van encaminados a brindar oportunidades en base a una mejor educación, sino a otorgar dádivas electoreras que están condenadas al fracaso porque partimos de una terrible condición, que es la cancelación de oportunidades por no romper ese círculo vicioso que encadena a millones a la pobreza y a la miseria.

Somos una sociedad con una gran desigualdad, unos cuantos ricos en serio y millones de pobres, tal vez la sociedad más desigual del mundo.   Somos una sociedad en la que la libertad es solo una aspiración porque la falta de oportunidades esclaviza y no permiten un desarrollo humano pleno. Somos una sociedad claramente injusta porque hace que los malos muchas veces triunfen y les vaya bien, y a los buenos y generosos, muchas veces desafortunadamente les va mal.

Recordemos que la educación es la llave para erradicar nuestros males, y estos son los más apremiantes, no de hoy sino de siempre.