Retrato Ormeta- El Poder Judicial está en acecho

Los jueces son aquellos funcionarios públicos que no están legitimados por la voluntad popular, esto es, a los funcionarios judiciales ningún ciudadano de a pie los vota para que ocupen sus puestos. Así, los integrantes del Poder Judicial se ganan su legitimidad mediante la expedición de sentencias con argumentos sólidos y contundentes que brinden a las personas una tutela efectiva del derecho al acceso a la justicia, sentencias que garantizan justicia siempre y cuando sean reflejo fiel de la independencia con la que goza quién las elabora.

En efecto, para que haya resoluciones judiciales que se apeguen a la ley, a los derechos humanos y al compromiso fiel de brindar justicia, se necesita que los juzgadores que las elaboran estén embestidos con una bandera fuerte de independencia. Este elemento de independencia garantiza que los juzgadores queden protegidos de injerencias, presiones o amenazas de poderes fácticos o estatales que buscan influir en las resoluciones que emite el ámbito judicial. Sólo la independencia judicial garantiza que las personas podamos acudir a los tribunales con la certeza de que encontraremos justicia porque los que la brindan están comprometidos sólo con ley y con la Constitución, sin influencia de cualquier otro factor de poder.

De ahí que, es importantísimo que la independencia judicial sea resguardada con recelo porque es un escudo vital para que las personas tengan acceso a la justicia y también para que prevalezca el principio constitucional de división de poderes, esto último porque el Poder Judicial al gozar de una sana independencia puede constituirse como un Poder que frene las ambiciones perversas de otro Poder del Estado. Sin embargo, los principales defensores de la independencia judicial y su primera línea defensiva deben ser los propios juzgadores, pues ellos deben ser los primeros en defender este principio que les garantiza cumplir con su encomienda constitucional de servir con imparcialidad en la aplicación de la ley en los conflictos de las personas.

Sí, los servidores judiciales deben ser los principales guardianes de la fortaleza que les permite realizar su trabajo. Por ello, deben resistir como nunca cuando cualquier fuerza con poder intente amedrentarlos o intimidarlos, con la clara finalidad de sobajarlos y subordinarlos al capricho de una voluntad. Ni los dichos presidenciales, ni las injurias ni las descalificaciones deben doblar la voluntad de un Poder Judicial que tiene la noble y vital tarea de ser un poder que frene a otros poderes, pero sobre todo, que tiene la función de brindar justicia de forma imparcial con el sólo apego a la ley. Los juzgadores deben cuidar y defender la vitalidad de su independencia, de lo contrario, pondrían el servicio de la justicia a intereses fácticos y a caprichos unilaterales.

Ante ello, sorprende el silencio sepulcral del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante las constantes injurias desde el púlpito presidencial hacia los servidores judiciales. No bastan comunicados escuetos publicados en redes sociales del ministro presidente, sino lo que se necesita son declaraciones y sentencias firmes que defiendan la función judicial. Nadie pide un conflicto entre Poderes del Estado, sólo lo que se pide haya un respeto mutuo al trabajo que la Constitución ha asignado a cada uno. Son tiempos reacios y a pesar de ello, por el bien del país, debe prevalecer la defensa de la independencia judicial.

Ormeta. Las aguas están que hierven en el Tribunal Electoral. En un intento de madruguete, el presidente de este órgano constitucional circuló un oficio en el que busca obligar a sus pares para que le den a conocer el sentido de su voto mucho antes de la discusión de los asuntos… Vaya que sí salió astuto.