Reflexiones del galeno- ¿Te operarías a ti mismo?

La cirugía es un campo de la medicina donde la técnica y habilidad manual es crucial: para ser cirujano uno debe llevar un entrenamiento de 4 a 6 años dependiendo de la rama en la que se especialice y esto conlleva a realizar el mismo procedimiento de cientos a miles de veces. Pero ¿la experiencia al operar otras personas es suficiente como para realizar una cirugía en uno mismo? En la historia han existido algunas y algunos suficientemente valientes para intentarlo y vivir para contarlo.

Un caso conocido pudiera ser el de Aron Ralston. Seguramente han visto la película de 127 horas (sino la viste en los últimos 13 años, te recomendaría saltarte esta parte para evitar spoilers), donde el protagonista al estar escalando sufre un accidente donde una piedra aplasta su brazo. Con el objetivo de sobrevivir, termina por romper los huesos de su brazo y amputar su extremidad para salir con vida de aquel barranco.

Alguien pudiera comentar que este caso no fue una cirugía per se, debido a que pudo ser un producto de la adrenalina y el instinto de supervivencia, además de que no era un profesional de la salud. Pero ¿qué pasaría si un cirujano estuviera en una situación de riesgo inminente? En el año 1961 durante una expedición en el Antártico, el Dr. Leonid Rogozov inició con un dolor familiar en la región derecha del abdomen. Debido a la urgencia de la situación y que no existía forma humana de llevarlo a una unidad hospitalaria, decidió que lo mejor sería colocar anestesia local, decirles a sus compañeros como ayudarle durante la cirugía y realizar la extirpación a “ojo de buen cubero”. Posteriormente se llevó a un hospital para revisar que todo saliera bien, pero a partir de entonces en muchos países se determinó que para que un medico viaje a la Antártica, deben de realizarse una apendicectomía previa o que preferentemente vayan aquellos que ya no tienen apéndice. 

Otro caso curioso es aquel de una mujer mexicana donde el instinto materno fue más allá que lo que pudiéramos imaginar. Inés Ramírez se encontraba al final de su noveno embarazo cuando se dio cuenta que iniciaría el trabajo de parto. Al vivir en una comunidad rural alejada de servicios de salud, y tomando en cuanta que su último embarazo tuvo una pérdida de este por lo mismo, Inés deseó lo mejor para su hijo y se puso manos a la obra. Tomó 3 vasos de alcohol para disminuir la sensación y con un cuchillo de cocina realizó 3 cortes en el abdomen para realizar una cesárea en ella misma, recibiendo a un bebé sano y fuerte. Alcanzó a decirle a sus hijos que llamaran a una ambulancia antes de desmayarse después del evento y fue trasladada durante aproximadamente 8 horas hasta un hospital cerca de la Ciudad de México. Afortunadamente ella y el bebé sobrevivieron, y tras 10 días de recuperación en un hospital, fueron a casa, no sin antes asombrar a la comunidad medica del mundo puesto que pudiera ser el primer caso de una cesárea autorrealizada.

Así como ella, muchas personas alrededor del mundo han llegado a tomar decisiones extremas para sobrevivir o salvar la vida de alguien. Aquí les compartimos unas cuantas para recordar que el ser humano es increíblemente adaptable y resistente ante estímulos intensos. No sabemos que tan fuertes somos hasta enfrentarnos a la incertidumbre, aunque preferiríamos no llegar a esos extremos para comprobarlo.