Reflexiones del Galeno-Ni una bata más (2)

Juan Carlos Ibarrola y Francisco José Barbosa

A lo largo del país se unen miles de médicos para protestar por el asesinato del médico pasante Erick David Andrade en Durango. En solidaridad los médicos que escribimos la columna “reflexiones del galeno” decidimos de manera conjunta redactar este mensaje.  Sentimos un nudo en la garganta por tener que tocar nuevamente este tema,  hace un par de meses escribíamos sobre los asesinatos de los médicos pasantes de servicio social Fernando Montes de Oca en Zacatecas y Mariana Sánchez en Chiapas.

Pongámonos en contexto, durante la carrera de medicina se viven múltiples etapas, se inicia con  fundamentos básicos, se acude a la universidad y se llevan clases como en cualquier carrera, durante esta etapa constantemente se nos envía a realizar prácticas y apoyar a comunidades rurales con atención en salud básica. Al terminar la etapa en las aulas sigue un año de internado, este año está destinado a que observemos procedimientos y el día a día en un hospital, claro que la realidad es otra,  prácticamente se vive en el hospital, los alumnos cubren todas las necesidades que se tienen por falta de personal, teniendo que fungir como un médico más, inclusive a veces siendo el responsable directo de los pacientes. Además, se llevan a cabo guardias, desvelos, consulta y todo esto luchando con ambientes tóxicos y condiciones laborales inadecuadas y ya ni hablar de la paga. Somos la única carrera que ofrece un año de vida al servicio de la comunidad con el pretexto de ser “nuestro año de práctica”. A pesar de las jornadas de más de 100 horas a la semana y sueldos de 1500 pesos quincenales (o menos), resulta que aún debemos hacer un año de servicio social, ¡como si el internado y todas nuestras prácticas no fueran suficiente servicio social!.

Quitemos el elefante de la habitación, el servicio social es el programa que se diseñó para tener médicos distribuidos en zonas rurales de difícil acceso a bajo costo. Se envían  estudiantes a todos los rincones de México, desde las ciudades más grandes hasta las comunidades más aisladas, se atiende a todo tipo de pacientes y todo tipo de poblaciones.  Este periodo es, en teoría, para prestar servicios a la sociedad por facilitarnos el aprendizaje durante estos años. Esto en papel suena muy bien, permite tratar adecuadamente a los pacientes de la comunidad y a nosotros reforzar conocimientos. Sin embargo,  en la vida real, a diferencia del servicio que prestan otras carreras, este no tiene una duración de 480 horas que pueden fácilmente cumplirse acudiendo 8 horas al día por 6 meses, donde inclusive en algunos casos es posible llevarlo a cabo realizando 4 horas diarias por un tiempo más prolongado.

El servicio social en medicina es especial, tiene una duración exacta de un año calendario, donde no importa cuantas horas se laboren, uno debe estar ahí y brindar servicio a todo el que lo solicite. Los reglamentos comentan que son mandatorias 8 horas diarias durante seis días a la semana, con disponibilidad las 24 horas para atención de urgencias y esto se cumple religiosamente, piden a los estudiantes vivir en los centros de salud sin ningún tipo de protección y deben atender a cualquier persona que busque apoyo.  Lastimosamente, las personas ajenas a la medicina no identifican que es o no una urgencia real y tiende a confundirse como un servicio de consulta permanente, o peor aún no saben distinguir para qué está capacitado ese centro de salud y acuden con pacientes gravemente heridos que requieren ingresar a quirofano, esperando que el pasante pueda dar solución y molestandose y agrediendo si el pasante se niega o lo deriva a una unidad con equipo disponible para brindar la atención que su paciente requiera.

Hablemos del error de logística, ciertamente se ofertan plazas tanto en ciudades grandes como en rancherías, pero los alumnos eligen por promedio, obviamente los alumnos que terminan en zonas a las que no entra ni la policía son los estudiantes que no tuvieron más opción. Entonces, están mandando alumnos no tan preparados, a zonas lejanas, con recursos nulos, prácticamente los atan de manos. Se deja solos a estudiantes sin experiencia clínica a cargo de pacientes que si bien  pueden llegar con diagnósticos de lo más sencillo, puede ser también  un infarto o un paciente en estado de choque y se les pide que actúen sin ningún tipo de guía y se les responsabiliza por todo lo que le pase al paciente, siendo esto en muchas ocasiones esto lo que les pone en riesgo, pues los expone a ataques por los familiares o del crimen organizado. En ninguna otra carrera ocurre que al practicante lo dejen de responsable, no ponen al recién egresado de ingeniería como responsable del edificio.  Entonces, a pesar de que el servicio social en el papel se vea bien, resulta un riesgo para el pasante que se expone y para el paciente que queda a cargo de un médico sin experiencia, esto no le funciona a nadie más que a quien puede decir “ si hay a acceso a salud, hay médico en el centro de salud”.

Además, para el alumno es sumamente riesgoso, se exponen en zonas que ni la policía entra, estos centros de salud por lo general no cuentan con adecuadas medidas de seguridad; existen un sinnúmero de denuncias por robo, amenazas o acoso. No es extraño escuchar historias sobre cómo alguien entró al centro por la noche para robar algún inmueble, asaltar o agredir al personal, o como en los casos comentados previamente, eventos que terminan con la vida de alguien que solo cursaba su último año de la carrera, Erick no estaba tomando, no estaba en una situación de riesgo, estaba en su puesto de trabajo, donde secretaria de salud le dio el campo clínico y ahí llegaron a agredir, Erick puede ser cualquiera de nosotros, en cualquier centro de salud del país.

No debe ser  responsabilidad de los estudiantes llenar las plazas de difícil acceso y la secretaría de salud debe dejar de condicionar a las universidades el proceso de titulación. Es responsabilidad del estado buscar alternativas para proporcionar a sus ciudadanos acceso a servicios de salud, sin utilizar como recurso el forzar a los estudiantes de medicina a cubrir plazas que ningún titulado quiere tomar por voluntad propia. Deben generar estrategias como sueldos atractivos o enviar a esas plazas a médicos militares autorizados y capacitados para su defensa, porque en muchas de estas plazas se necesita saber defensa personal para poder sobrevivir el año y hasta donde recordamos, las artes marciales no están en la carga académica de medicina.

La realidad es que el servicio social es un riesgo y se tiene que replantear,  si no es posible garantizar la seguridad e integridad de los estudiantes esa plaza debe cerrar. No entendemos cuantas vidas se deben cobrar para que se haga una modificación al programa, ¡asesinan 2 o 3 pasantes por año y el programa no se ha modificado en décadas!

Para cerrar, la secretaría de salud dice que su misión es garantizar el derecho efectivo a la salud a todo habitante de la república, acompañándolo desde su nacimiento hasta la muerte… Bueno, nosotros también habitamos aquí y necesitamos que nos acompañe.

¡Ni una bata más!.