¡Fuera cadenas!-Nuestra novedosa revocación de mandato

¡Fuera cadenas!-Nuestra novedosa revocación de mandato

Las fiestas patrias son la razón perfecta para analizar nuestro Estado y, quizás, proponer algunos cambios que podrían hacer mucho más efectivo el ejercicio del poder. Algo que aplaudo es la recién aprobada revocación de mandato. Esta herramienta de participación ciudadana acerca al pueblo al poder, por cuanto a que así puede exigírsele a quien ocupa el poder la rendición de cuentas y, sobre todo, el cumplimiento a las expectativas sociales. Como sociedad, entonces, tendremos el deber de acercarnos a esos espacios de gobernanza.

Sin embargo, me parece que la revocación de mandato —tal como hoy en día la tenemos en México— tiene algunos elementos que podrían complicar el ejercicio del gobierno; por ejemplo, la remoción del titular del ejecutivo derivado del procedimiento de revocación de mandato generaría un vacío —a mi juicio—, pues el Congreso de la Unión tendría que nombrar a un presidente o presidenta sustituto que terminaría el sexenio que correspondía al presidente removido. Esto es, ¿qué podrá hacer ese presidente o presidenta sustituto en lo que queda del sexenio? El presidente o presidenta sustituto no asumiría el cargo con un plan nacional elaborado por sí mismo, sino que se vería sujeta a un plan elaborado por su antecesor. También debe tenerse en consideración que la nueva o nuevo titular del ejecutivo asumiría la presidencia con un gabinete de secretarías con titulares nombrados por el antecesor. Me parece que todo esto representa un problema en cuanto a la dinámica o logística de la revocación de mandato. Quizás valdría la pena repensar los plazos de la presidencia —que el presidente o presidenta sustituto asuma el cargo por seis años completos— o, por qué no, repensar el modelo presidencial como tal —el parlamentarismo podría ser una solución a este problema, pero es una forma de gobierno a la que no estamos acostumbrados—.

Por su parte, se me ocurre, debemos tener en cuenta las enseñanzas que nos dejó la consulta popular. Con motivo de la celebrada el mes pasado, escribí sobre algunos elementos que podrían mejorarse de ella. Creo, salvo que el tiempo nos demuestre lo contrario, deberíamos tomar los puntos a mejorar de la consulta para implementarlos, a su vez, en la revocación de mandato. Por ejemplo, la legislación recién aprobada nada señala con respecto al acceso de la ciudadanía ante las autoridades administrativas o jurisdiccionales competentes en materia de participación ciudadana, sea para exigir la rendición de cuentas o, en su caso, exigir el cumplimiento de la decisión tomada por la sociedad.

Además, la legislación expresamente señala que la revocación de mandato no deberá celebrarse el mismo día que las jornadas electorales, lo cual me parece inadecuado porque, al igual que con la consulta popular, ello no facilitaría el que la participación de la ciudadanía sea alta. ¿Por qué no aprovechar la infraestructura que otorgan las elecciones? Sumado a ello, creo que separar las fechas de celebración de cada una de estas herramientas democráticas le resta el valor intrínseco de ellas, pues la ciudadanía —al verlas separadas— podría tomar la decisión de “participar en una, pero en otra no”.

Ahora, obviamente lo que aquí señalo lo hago con la única referencia la ley que acaba de ser aprobada y publicada. Esto es, quizás el pueblo tendría una reacción totalmente distinta a la acontecida con la consulta popular, por lo que la participación sería mucho mayor o, incluso, podrían plantearse vías para hacer exigible la decisión tomada en las urnas.

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