¡Fuera cadenas!-Las prioridades están mal

¡Fuera cadenas!-Las prioridades están mal

Ha sido una semana llena de contrastes: por un lado, la tranquilidad de un corrupto que se sabe protegido, y, por otro, el terror de quienes reclamaban mejores condiciones laborales. Por una parte, nos encontramos con el cinismo de sujetos manchados por la corrupción —tal como Lozoya— cenando tranquilamente en restaurantes de lujo.

A pesar de los múltiples señalamientos, pruebas e, incluso, lo demostrado ante jueces en Estados Unidos, la Fiscalía General de la República ha dado un trato sorprendentemente preferencial al señor Lozoya. Tan es así que, como fue exhibido en medios, él está disfrutando de los frutos de su corrupción en un restaurante y ante la mirada de la sociedad. 

En cambio, trabajadores que se manifestaban legítimamente para exigir mejores prestaciones y condiciones laborales son tratados como criminales. Como ustedes saben, en el sitio de construcción de la refinería de Dos Bocas, Tabasco, hubo una manifestación por parte de trabajadores que allí laboran. En esencia, lo que ellos piden son mejores condiciones laborales y mejores prestaciones.

No obstante lo legítimo en las exigencias por parte de los trabajadores, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Estado reprimió esa manifestación con violencia. Según algunos videos que circulan en videos, se aprecian detonaciones de armas, así como trabajadores lesionados por ellas.

Incluso, se ha reportado la muerte de uno de ellos. Este lamentable evento nos recuerda aquellos suscitados en Cananea en 1906 y Río Blanco en 1907 cuando los trabajadores de las industrias que allí se encontraban exigieron el pago de mejores prestaciones y condiciones laborales, y, en su lugar, encontraron represión y violencia. No nos debe sorprender la reacción social que pudiere haber con motivo de ese trato tan contrastante.

¿Qué clase de ejemplo da eso? ¿Qué puede esperarse de un Estado que protege a los criminales, pero somete a los ciudadanos que procuran sus derechos?

Me parece que los dos eventos a los que me acabo de referir —acontecidos en la misma semana— resumen la postura del Estado ante la procuración de la justicia. En lugar de enfocarse en la investigación y búsqueda de imposición de sanciones a los grupos delictivos que tanta violencia generan en este país, el Estado persigue a grupos de ciudadanos que tienen aspiraciones socialmente legítimas.

Recordemos el empeño que actualmente tiene la fiscalía en perseguir a miembros del sistema nacional de investigadores, a su cuñada o a los miembros de la UDLAP, con quienes tiene un pleito personal desde hace más de diez años. Mientras que, por su parte, algunos sujetos señalados por la corrupción siguen disfrutando sin mayor preocupación.

Sin lugar a dudas, las prioridades están mal; se persigue al bueno, se recompensa al malo. Debe llamarse a la rendición de cuentas tanto al titular de la fiscalía, así como el encargado de la Secretaría de Seguridad del Estado de Tabasco. No es correcto que en un Estado democrático exista esa diferencia tan injustificada del trato que se le da a los criminales y al resto de ciudadanos. 

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