Eres magia- Sobrepensar, mi viejo amix

Me atrevería incluso a decir que el sobrepensar ya forma parte de la condición humana. Cuando hablo de la condición humana me refiero a que todas las personas lo hemos hecho alguna vez. Conocido como rumiación, reverberación de pensamiento, chaquetas mentales, overthink, el sobrepensar es un viejo amigo. Asociado en su mayoría con el estrés, la ansiedad, el miedo y la angustia. Para poder hablar de sobrepensar, primero tenemos que entender qué es para eventualmente aventurarnos al para qué nos sirve. Rumiar es pensar una y otra vez, en tus decisiones, en escenarios tanto reales como fantasiosos,  es preocuparte por situaciones hipotéticas las cuales no han sucedido pero ya detonaron angustias o niveles importantes de ansiedad, al tal grado como si “ya estuviera ocurriendo”. También es darle mil vueltas al asunto,  en conclusión algo sumamente agotador. 

Y al final ¿me sirve? Una pregunta quizás extraña en un principio, pero como lo he mencionado varias veces en estas columnas. Los humanos somos creaturas sumamente inteligentes y en realidad no hacemos algo que no nos sirva. Es decir, a nivel conducta todo lo que hacemos tiene una razón de ser. El problema surge cuando se cuestiona su nivel de funcionalidad. No por que antes se haya establecido que es algo que todos hacemos o hemos hecho alguna vez, quiero decir que es algo que sea sano. De hecho para nada lo es, muchas veces es preocupación y ansiedad que causa el problema se torna mas grande que el propio problema. 

Sobrepensar es un mecanismo de defensa, y es algo que en alguna medida ayuda. Como buen mecanismo de defensa su objetivo es protegernos y en muchas ocasiones nos ayudan a lidiar con situaciones difíciles o un ambiente tumultuoso. Sin embargo, no por que algo ayude o tenga una función protectora quiere decir que sea funcional, al contrario a la larga se torna algo disfunción. El truco esta en que a veces lo sobre utilizamos por falta de otras herramientas, por incomodidad, intolerancia a sentir las emociones, etc.  Y es ahí cuando se vuelve un problema y en vez de ayudar, perpetúan el malestar. Entonces, ¿de qué nos sirve sobrepensar? O cuál es su rol disfuncional en su práctica. Existe una tendencia abrumadora para evitar sentir emociones displacenteras, como lo he mencionado una y otra vez en estas columnas. Pues pensar una y otra vez y enfrascarnos en nuestro mundo cognitivo/racional es una manera de evitar sentir. Para muchas personas se torna mucho más manejable vivir en un mundo de suposiciones y escenarios posibles , pero que no están ocurriendo en el presente.  (“Prefiero resguardarme en mi mente y el el futuro que lidiar con mis emociones y mi presente). Que enfrentar o dejarse sentir sus emociones. He ahí la funcionalidad de rumiar como herramienta de evitación. Lo cual quizás traiga un beneficio a corto plazo: la evitación. ¿Pero les pregunto a la larga que tan útil creen que sea?

A veces sobrepensar se convierte en un ciclo en donde te obsesionas con un pensamiento, tu mente crea tantas opciones, posibilidades y escenarios que a su vez se torna algo abrumador y estresante tomar una decisión al respecto, a esto se lo conoce como parálisis del análisis. El nombre de parálisis tiene su lugar ya que muchas veces cuando nos encerramos en este ciclo y en la mente, esto nos impide actuar o hacer algo al respecto. Si no tomamos acción, “no se puede fracasar o equivocar” que muchas veces eso es a lo que la mayoría de la gente le tiene terror. Y en todo caso, si ocurriera una equivocación, también nos estamos deprivando de la experiencia de aprendizaje que esto conlleva. Manteniéndonos en un lugar de incertidumbre en donde este ciclo puede continuar existiendo, y a su vez perpetuando el malestar.

Ahora hablemos de el consumo de energía, como humanos viviendo en el siglo XXI, todo el tiempo estamos “prendidos”, “produciendo”, “haciendo cosas”, todo el tiempo estamos  corriendo de aquí para allá: trabajo, vida social, vida familiar, escuela, pareja, autocuidado, etc. Rumiar es una de las actividades que más consume energía: emocional, psicológica y aunque no sea tan evidente física. Químicamente al tener miles de escenarios estresantes y no tener solución, se líbera la famosa hormona del estrés: el cortisol, la cual a su vez cuando es liberada de manera crónica genera desgaste y agotamiento, mostrándonos una vez más un ciclo vicioso. ¿La única manera de romper ciclos? Hacer algo diferente, meter un factor disruptivo: ¿será esta la señal para comenzar a sentir mis emociones? 

Algunos tips para contrarrestarlo son: escribir, comienza a hacer una lista de preocupaciones. El cerebro procesa diferente la información una vez se plasma fuera de nuestra cabeza, es decir en papel. Nos ayuda  a liberar , nos ayuda a salir de ese espiral y además nos ayuda a ver lo que teníamos dentro de nuestra mente desde otra perspectiva. Después de hacer al lista de preocupaciones, se sugiere enfocar o invertir la atención conscientemente en los escenarios en los que sí podemos hacer algo al respecto. Poner por lo menos tres soluciones, esto también nos ayudará a trabajar la flexibilidad cognitiva a través de la búsqueda de soluciones y de la creatividad, herramientas directamente inhibidas cuando se sobre piensa. 

Otras actividades serían ejercicios de respiración o algunos ejercicios que involucren el cuerpo, entre mas utilicemos los sentidos (piel, vista, gusto, oído, olfato, sentido vestibular, propiocepción) más podemos canalizar nuestra atención a es actividad que hagamos. Y en ultimo de los casos si sientes que estas estrategias se quedan cortas o no sabes como empezar, buscar la ayuda de un profesional de la salud mental especializado siempre ayuda.