En Busca del Estado Perdido-Sonora Grill

Lo ocurrido en el restaurante de Polanco muestra que la discriminación en el país no es un hecho aislado sino un fenómeno culturalmente enraizado producto de una sociedad clasista, violenta, dividida, con menosprecio a la integración.

El desprecio por el prójimo por el solo color de piel, creencias o costumbres es constante, extendida, igual ocurre en las grandes ciudades que en las pequeñas comunidades, la actitud es la misma el fin es la exclusión para que el clasismo persista como una forma de conservación del ya tan segmentado México.   

El racismo es una forma de vida fomentada desde casa, en cada familia hay un imaginario antepasado de ‘ojos y piel clara’ -español, francés, portugués- con lo que se pretende justificar como miembro de una comunidad cada vez en más constante competencia en busca del desesperado origen caucásico; el reflejo lo vemos en todos los sectores de la sociedad sin importar condición económica -cualquiera que sea la clase social-  el componente excluyente es la apariencia, el dinero en estos casos es secundario.

Es una práctica constante la segregación como un acto de relegación que lo mismo se da en el ‘antro’ como en la escuela o el trabajo, se podrá ir con las mejores ‘galas’ pero si la apariencia no es la aspiracional simplemente no entra o se le asigna en una zona no visible, no se quiere mostrar lo que riñe con lo blanco, bajo estas condiciones ¿cómo reclamar el mal trato que reciben connacionales en el extranjero? No tenemos calidad alguna para hacerlo nuestra especialidad es precisamente hacer que imperen las diferencias.

Somos racistas con todos para todos.

El Estado no ha sido capaz de generar la inclusión como mecanismo unificador, las condiciones propiciadas por la colonia aún se sienten, se viven y se ejercen con total impunidad. Los hechos del Sonora Grill no nos deben de sorprender -ni nos hagamos los sorprendidos- es el pan de cada día, frente a una autoridad -en su mayoría con claro origen mestizo- que hace poco o nada, afirma la titular de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación que no sancionarán al restaurante tan solo darán orientación y capacitación para que no se repita la afrenta, es lamentable que no se sienta el peso de la ley, al final por mandato Constitucional todos somos iguales, entonces ¿en dónde queda la obediencia a la norma? ¿en una simple indicación?

Como mexicanos somos severos con el propio y ajeno, lo mismo señalamos al de tes morena como oaxaqueño o centroamericano como si ello fuese repulsivo, nos gusta el sureste pero lo vemos ajeno al centro y lejano con el norte, hacemos sentir fuera de su patria a quienes a ella pertenecen, zanjamos fronteras internas luego las extendemos a las propias ciudades, dicen en Guadalajara ‘de la calzada para allá’ en Monterrey ‘San Pedro no es Nuevo León’ o aquí en la Ciudad de México ‘el código postal si importa’, luego con facilidad nos entregamos al blanco por el solo hecho de serlo.

De verdad nos gusta la separación, la falsa identidad nacional que presumimos en el extranjero se desmorona en el interior, prueba de ello es la conformidad social con lo acontecido en el Sonora Grill, nos mofamos, burlamos, hacemos ‘memes’ pero nadie protesta.

La realidad colapsa con la intención de hacer patria, ¿cómo construirla en medio de un clima de violencia, impunidad, corrupción, clasismo, pobreza, miseria y en suma un ambiente de discriminación? es imposible.

La distinción por el color de piel muestra que seguimos viviendo con mentalidad inquisitiva del medievo, patrones de conducta que no permitirán ver a este país con la fuerza y determinación que da la unidad.