En Busca del Estado Perdido-Sin asombro

En Busca del Estado Perdido-Sin asombro

La semana que terminó se distinguió por la violencia desatada en todo el país; Tijuana, Ciudad Juárez, la Zona Metropolitana de Guadalajara y el Bajío – León, Celaya, San Francisco del Rincón- fueron presa de atentados dirigidos a generar terror en la población. Hoy Domingo, día en que escribo esta columna, se informó que Juárez luce como una ciudad fantasma, nadie en sus calles.

Los otros horrores causados por las decapitaciones, los colgados en puentes, los desmembrados -incluso algunos transmitidos en vivo- han quedado en el olvido, al ser un hábito en el que estamos inmersos, la capacidad de asombro por tan brutales hechos se perdió, simplemente se fue, es el día a día, la población está indefensa con la incertidumbre permanente de vivir o morir, solo unos cuantos privilegiados tienen quien los proteja.

La explicación que pretende dar López Obrador rompe con toda lógica, culpar a la derecha por la escalada de violencia va contra los principios propios de esa corriente política-social, porque justo ésta sustenta el crecimiento en un ambiente de paz.

La derecha -en lo económico- sostiene su fortaleza en la prosperidad de las bases sociales resultando en mayor consumo por tanto mayor capital; para la izquierda su base social es la pobreza que aspira a arrebatar al que más tiene por el solo hecho de tener. No debemos de confundir a la izquierda con la social democracia, pues esta última busca apoyar las intervenciones estatales, tanto económicas como sociales, para promover mayor equidad económica e igualdad social en el marco de una economía capitalista -España, Inglaterra, Francia, Chile- son vivos ejemplos de una social democracia.

Echemos un vistazo fuera de México, en América, la mayoría de las naciones que son gobernadas por la izquierda son pobres -Venezuela, Cuba, Perú, Bolivia, Argentina por citar algunas-, contrario a las de la derecha -Estados Unidos, Canadá- en donde la clase media es poderosa y la pobreza en mínimos.

No confundamos a la derecha con la mafia del poder, esta no tiene ideología, ni principios, mucho menos base social, su interés es el acrecentamiento y concentración brutal de la riqueza en unos cuantos, sin importar que el país se caiga en pedazos, a estos lo mismo los vemos de la mano de priistas, panistas que morenistas, no distinguen colores, el suyo es el verde de la divisa, ¿cómo explicar la acumulación bestial de capital en una zona tan pobre como la latinoamericana?, ellos tienen la respuesta.

El Presidente López Obrador se ha declarado Cristiano; la derecha en su mayoría acoge el catolicismo, una y otra fundan su fe en Cristo, que amó la paz y a los pobres. Estudiando la Biblia no he encontrado testimonio alguno de que la intención de Jesús de Nazaret fuese que se multiplicaran los pobres o se fomentase la guerra, por el contrario, su prédica fue acabar con la pobreza, dar ánimo al desvalido y condenar al violento.

La inseguridad que vivimos no tiene una causa ideológica -no es guerrilla-, sino objetiva: el descuido del Estado, quizá, incluso la asociación con la delincuencia.

No culpemos a quienes históricamente han demostrado que la estabilidad del ser humano -en todos sus sentidos- es la mejor vía de progreso de una sociedad, no nos espantemos, veamos con frialdad la verdad histórica de la humanidad. El populismo nunca ha sido la salida al éxito, sí al fracaso. La concentración del dinero -mafia del poder- solo logra distanciamiento social, rencor, podredumbre, perversión. La ventura general da tranquilidad, cercanía, hermandad, virtud, pero sobre todo identidad, esa es la derecha incluso la social democracia.

El anhelo de todo ser humano, sin duda, es el bienestar propio y de los suyos en mejores condiciones de desarrollo, seguridad, un ambiente sano, competitivo con equilibrio de circunstancias, es lícito, así lo dijo Jesús: ‘Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios’.

El enemigo de nuestra paz lo es de todos; quien busca destruirla, romper a la sociedad, corromper los valores, acabar con la fe, estoy convencido que no es de derecha tampoco social demócrata, ni cristiano o católico, ante aquellos -enemigos- no nos perdamos en discusiones filosóficas, atajemos y recuperemos el Estado que a todos nos pertenece, no permitamos que la fuerza de la costumbre nos habitúe a la descomposición.

No es pecado ni es criticable que los hijos arriben a una mejor condición de vida, que el país sea mejor, rico, prospero, tampoco es dable señalar al que manda a sus hijos a vivir a Houston, San Francisco o a estudiar a Londres en busca de mejorar, es legítimo para todos.

Hoy el Estado nos debe mucho, nos debe paz, bonanza, menos pobres, mayor riqueza sin corrupción, sin mafia, sin privilegiados. Ese fue el discurso ganador.

TFA

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