En Busca del Estado Perdido-Se vale soñar

Un ejercicio natural -consustancial al ser humano- es la especulación, nos ha acompañado en la historia de la humanidad, hay quienes afirman que fue el factor fundamental para que los pueblos se establecieran y se unieran en busca de fines comunes.

Sostiene el investigador Yuval Noah Harari ‘Sapiens de animales a dioses’ editorial Debate, que todo comenzó con reuniones al ocultarse el sol, en las cuevas, donde se trasmitía en leguaje rupestre lo vivido y suponer lo que ocurriría en el nuevo día.

La especulación, por ser un elemento central en la actividad humana, nos permite hacerlo en todas las materias: en economía, medio ambiente, clima, comercio, por supuesto en materia política donde se teoriza a diario a toda hora.

A poco más de dos años para la elección presidencial, en medio de un ambiente tan politizado, vale la pena que hagamos ejercicios de reflexión para definir el perfil del que debe de ser la o el próximo Presidente de la República.

El próximo Presidente de la República no debe de ser un joven, para arribar a esta conclusión basta una vista a los políticos -gobernadores, munícipes y legisladores- de corta edad para advertir que han quedado a deber; sus desplantes, actitudes sobradas, ocurrencias, lejos de generar actos de Estado son con el propósito de obtener ventaja, riqueza, les gusta mostrar quien tiene el poder, es normal por su juventud. Muchos de ellos están en la cárcel o huyendo de ella.

Tampoco debe de ser un militar, están entrenados a obedecer, pero también a que les obedezca y en la política esto no es dable, pues la política es de acuerdos, discusión, debate, eso hace que se enriquezca la decisión.

No debe de ser un exgobernador, porque en el ejercicio del gobierno de un estado, los ejecutivos locales, lo hacen de manera absoluta, no hay contrapesos, el diseño está dado para que sea su única voluntad la máxima, de manera que todo lo que se les oponga simplemente lo aplastan. Un gobernador decide quien vive, quien muere, quien crece, que fortuna se desarrolla, a quien se le quita y a quien se le da. La realidad local es terrible. Los poderes judiciales y legislativos de cada entidad se someten a los ejecutivos locales. No necesitamos un absolutista en la Presidencia de la República. Sería un desastre.

Estoy convencido de que el próximo Presidente de la República tampoco debe de ser un anciano, la experiencia nos muestra que los gobiernos estructurados con personas de la tercera edad no pintan. Se esperaba que el actual gabinete con personas con promedio de edad de más de 70 años, con su prestigio, edad, experiencia, fueran escuchados, respetados frente al ejecutivo, sin temor -la edad les permite hacer eso- contrario a ello brillaron por su ausencia. Los viejos como los jóvenes tienen una gran deuda con la sociedad.

México requiere de una persona -hombre o mujer- entre 55 y 65 años, de preferencia abogado porque el conocimiento del derecho permite entender el funcionamiento del Estado, saber que hay una Corte que decide -define- quien tiene la razón; un poder legislativo que crea las normas y un ejecutivo que acata lo dispuesto por los jueces y aplica las leyes que la soberanía depositada en el Congreso le manda. Esta es la estructura de una República.

Una característica más es que cuente con experiencia como legislador -Senador y Diputado- porque el nivel de debate en ambas Cámaras es diverso, mientras que en el Senado se funda mayormente en ideas, en la de Diputados es de confrontación, lo ideal es que se tengan las dos experiencias pues el resultado será un político con grandes habilidades manifestadas en decisiones tomadas mediante el ejercicio puro del acuerdo -lejos de la polarización- centrada en puntos de consenso. El próximo Presidente debe de ser intachable -no es imposible encontrarlo- sin grandes temas en su pasado, en una condición familiar estable, sin juniors ni hermanos incomodos. Ya basta del tráfico de influencias, de la explotación del cargo por la familia.

Requerimos de mujeres y hombres de estado, no centrados en la mezquindad del egocentrismo, la voracidad de la riqueza o mesianismo.

Especulemos, se vale. ¿Quién es su candidato?

A partir del próximo lunes analizaremos perfiles, uno por semana, envíeme el suyo.

TFA