En Busca del Estado Perdido-Revocación de Mandato, la decepción de un proyecto

La Revocación de Mandato es una consulta que el Estado hace -a petición de los inconformes a través del INE- a la ciudadanía que tomará la decisión de si el Presidente debe o no permanecer en sus funciones. Para que el proceso de Revocación de Mandato sea válido deberá haber una participación de por lo menos, el cuarenta por ciento de las personas inscritas en la lista nominal de electores que resolverán por mayoría simple.

Si bien el procedimiento para que la consulta se dé está en la Constitución su reglamentación es incompleta lo que acarrea vacíos e interpretaciones que resultan en ociosos ejercicios en perjuicio del gasto público, del cansancio en el electorado y lo peor, en el desgaste de una figura noble.

¿Para qué consultar a una sociedad que en las encuestas aprueba la permanencia del Presidente? No tiene sentido, el esfuerzo fue vano y el dinero al cesto de la basura.

El INE intentó evitarlo bajo el argumento de la falta de presupuesto, sin embargo, su opinión no fue acogida por los Tribunales y se le ordenó la celebración del desairado proceso que se vivió el día de ayer. Poca afluencia de votantes reflejo del hartazgo de la ciudadanía -apenas tuvo un 18% de participación- muestran que la sociedad empieza a marcar distancia con el Presidente López Obrador que, si bien mantiene aceptación en las mayorías, da muestras del desgaste natural del poder sumado a la excesiva presencia mediática que nos receta todas las mañanas.

La sociedad está sobreexpuesta, cansada, diría, demasiado López Obrador.

El Ejecutivo no es el mismo, su autoritarismo, escándalos y enojos permanentes, han hecho mella en su popularidad, ¿Dónde quedaron los más de 30 millones de votantes que lo llevaron a la Presidencia de la República? Donde siempre han estado, en la pobreza.

López Obrador ganó la elección del 2018 con el enorme apoyo de quienes menos tienen, aquellos que creyeron en las promesas de la reconciliación social bajo la premisa de que los ‘pobres’ serían primero, acabando con la ‘mafia del poder’, destruyendo la corrupción lacerante e histórica que hemos vivido en nuestra patria que nos posiciona como una de las sociedades más corruptas del planeta.

A poco más de tres años de aquella aplastante victoria es momento de evaluar si se avanzó o no y la respuesta se obtuvo este domingo.

Quienes votaron por el Presidente en el 2018 no expresaron su apoyo en el 2022, quizá el experimento de la 4T no ha funcionado, no olvidemos que las sociedades somos un laboratorio permanente en busca del sistema perfecto que en México no lo encontramos o nos rehusamos a encontrarlo.

Sin duda, para algunos cuantos conviene la condición que se vive en México, la fragilidad de las instituciones, la violencia excesiva y la ausencia de un efectivo estado de derecho, hacen que el caos opere en su beneficio, ¿Quiénes son? ¿Por qué la mayoría debemos de soportar la descomposición para favorecerles?

Quizá sea el momento de ver al futuro, pensar en quien debe de suceder a nuestro Presidente, pero sobre todo, si se admite o no como postulado la permanencia del modelo de gobierno que hace más de 3 años arrasó en las urnas resultado de la esperanza generada en quienes han dedicado su vida al esfuerzo vano de intentar salir de la pobreza y miseria que sigue siendo la peor de las realidades de éste país.

Ayer se reiteró, nuevamente, que hace tres años fuimos timados; ayer afloró la decepción.

El pueblo bueno también se cansa.

TFA