En Busca del Estado Perdido-Redes sociales

La presencia permanente de las redes sociales ha generado una nueva forma de comunicarnos, sobre todo, de saber y estar presentes.

Lejos de verse disminuidas, cada día, somos testigos de su fortalecimiento, YouTube, Instagram, Tiktok, WhatsApp, Facebook, son vivos ejemplos de lo exponencial que puede ser un medio masivo de expresión sin más control que el impuesto por las propias reglas de la red, en donde libremente se publica lo que se quiere, cuando se desea y en la condición que elija el usuario.

Las redes sociales llegaron para quedarse, haciendo del mundo otra condición, de hecho se empequeñeció, a través de éstas podemos estar en contacto con personas de cualquier latitud, idioma, creencia, encontrar al compañero que por años no sabíamos de él, al pariente olvidado o al viejo amor perdido, todo al alcance de un click.

Las redes sociales también son medio para que, de manera inmediata sin censura, nos enteremos de lo que está pasando en nuestro entorno. A través de estas somos testigos de los peores hechos mediante escenas crudas que nos muestran lo monstruoso que puede ser el ser humano: ejecuciones, violaciones, asaltos, golpizas, brutalidad al por mayor circula por las plataformas en asombrosas imágenes que dejan corta cualquier película violenta.

¿Son las redes sociales un medio para fortalecer la democracia?  Me parece que sí, pues generan la participación social mediante la libre manifestación de ideas, que van desde el pensamiento político hasta el insulto duro. Nada ni nadie las detiene y sus efectos pueden ser desde engrandecer al político hasta su destrucción total, por tanto, todos debemos de proteger la presencia y existencia de las mismas.

¿Cuál es el limite a las redes sociales? No lo hay. Lo que pudiese ser un enorme canal de expresión social -por eso el nombre de redes sociales- para fortalecer a la sociedad civil también se ha convertido en escaparates que muestran las llamadas subculturas nocivas del Estado; la vida del narcotraficante que lamentablemente genera una condición aspiracional en muchos, el enfrentamiento de sicarios, las salvajes golpizas entre jóvenes estudiantes, peleas de mujeres, peleas de animales, son tan solo ejemplos de lo que podemos encontrar en cualquier red social, mostrando la falta de sensibilidad de quien golpea y de quien graba.

La ausencia de asombro permea al comportamiento colectivo, lo que en principio no tolerábamos ver, hoy se ha vuelto común e incluso morboso: observar como apalean a una persona, como la matan o como da su último suspiro frente a la cámara. Ser mudos testigos de la rabia desatada entre dos jóvenes que se agreden a golpes hasta la muerte escuchando la risa de quienes toman la escena, mirar a dos perros destrozarse en medio de un grupo de personas extasiadas.

Sin duda la libertad de expresión se ha acrecentado a partir de las redes sociales, debemos de fomentarla, protegerla y acrecentarla; lo que no debemos de tolerar es la crueldad humana que solo busca la mejor toma del moribundo olvidándose de ayudarlo por obtener la imagen nítida y clara de su muerte.

Este, claramente, no es el objeto de una red social, el riesgo no radica en que se siga ofreciendo ese material violento e insensible al observador, sino que como resultado de ello se tienda a regular el libre tráfico de la información en perjuicio de los valores fundamentales de la comunicación que son la inmediatez sin filtro alguno.

El Estado ha hecho intentos para regularlas -le conviene- pretende frenar el poder de la información sin control y ha fracasado, hoy no hay una norma que sancione el uso de las redes en la difusión de información inexacta o habiéndola es inaplicable por lo anónimo que puede ser el manejo de la red; sin embargo en temas sensibles como la exposición sexual sin consentimiento, ha dado frutos la Ley Olimpia que lleva el nombre de la chica que fue víctima de la filtración de imágenes de su cuerpo desnudo sin su autorización. Bien por ello, pero aún falta generar conciencia de que el objeto de las redes sociales no radica en grabar actos en los que en lugar de estar con la cámara haríamos más ayudando.