En Busca del Estado Perdido-Me gusta el mañanero, ¿a quién no?

Me gusta la mañanera; en mi concepto es el mayor ejercicio democrático que el titular de un poder público ha hecho desde el México independiente a la fecha. Según los registros no hay antecedentes en el país, incluso, ni a nivel global de una práctica semejante.

Cada día de cara a la sociedad a través de los medios de comunicación, el Presidente toca temas que atañen a todos los actores políticos de la vida nacional. Igual critica actos legislativos, judiciales, empresariales o sociales, sus posiciones generan un debate diario, nunca visto. Hoy todos los días una buena parte de los mexicanos hablamos fijando puntos de vista sobre lo que dice el Presidente; desde los altos funcionarios de la federación hasta el ciudadano común. Hagamos un recuento: Ni un sólo presidente de la República se había atrevido a tal prueba, vivían gobernando encerrados en Los Pinos en giras tan planeadas que les mostraban un México ajeno a la realidad, ahora nuestra vivencia matutina es el debate. 

Idealmente este ejercicio tendría que repetirse en todo el territorio nacional: Gobernadores, Presidentes Municipales, Diputados, Senadores, deberían de tener su propia agenda pública matutina, porque el debate en sí mismo es enriquecedor, nos obliga al análisis, al pensamiento y la defensa de una idea frente a otra, como resultado a que en esa medida se enriquezca la democracia y se fortalezca la República.

Esta práctica presidencial despierta muchas voces que la critican. Lo celebro. No han entendido que precisamente es el objetivo: generar debate. Ahora vemos que se discute por la mañanera en si misma -su formato, las preguntas-, por lo que se dijo en ella, los números, los otros datos. . . por todo. Antes no. La costumbre era escuchar y no decir nada, el Presidente era intocable, incluso, los noticieros comenzaban haciendo el recuento de sus actividades diarias, no recuerdo cuantas entrevistas de manera abierta dieron los últimos 5 presidentes, seguramente no fueron muchas o ninguna, por eso no llegan a la memoria.

Habrá políticos que no les guste este nuevo ejercicio, no están acostumbrados a ello, no han sabido como reaccionar, que hacer, como equilibrar, sólo les resta criticar, pero al hacerlo generan la confrontación de ideas y eso es lo más saludable para la democracia. Por otro lado, veo pocos debatiéndole al Presidente, quizá producto de temor a la persecución, pues no son impolutos y lo saben, no se quieren poner en el tentadero, sino ¿por qué no hay una mañanera de cada presidente de partido político, gobernadores, presidentes municipales? ¿dónde está Alito, Marco Cortés, Karen Castrejón, Clemente Castañeda, Jesús Zambrano, Enrique Alfaro, Pancho Domínguez? ¿por qué no tienen su mañanera?

Hay una oleada de jóvenes políticos, los Kumamotos, que vienen, con ideas nuevas, prácticas diferentes, proclives al debate -a la entrevista constante- pública, de frente, llegarán porque los viejos que estaban acostumbrados al quehacer público como ejercicio de elite no han comprendido el cambio que se esta viviendo, olvidando que los políticos -todos- tienen una marca indeleble, en alguna parte de su cuerpo -imagino más menos dónde-, con una fecha que es la de su caducidad, por retiro o suspiro. 

¿Alguien se acuerda de D. Fidel Velázquez?