En Busca del Estado Perdido-Fin de año

A Nacho Torres compañero de interminables conversaciones

A escasos 4 días de que concluya este 2021, la ciudad luce en calma, la resaca de la nochebuena aún se siente. Hace frío, pocos en la calle, menos haciendo ejercicio, semejante a la urbe que recuerdo en mi infancia, tranquila, amigable, segura, sin ajetreo.

Es temprano, círculo por diversos puntos de la metrópoli, ésta se muestra señorial, única, ostentando su grandeza, reclamando su presencia en nuestra cotidianidad. Sopla el viento que anuncia bajas temperaturas, hay que abrigarse, sin duda, época de la bufanda. Viajeros que se van cansados del día a día, arropados en eso que llamamos vacaciones, directos a las aglomeraciones de la playa, la montaña, la nieve, pareciere que nuestra esencia es estar juntos. Los que se quedan descansan de los que se van. Al final todos estamos en busca del remanso que nos revitalice para el año que pronto iniciará.

Doce meses que están por cumplirse llenos de hartazgo: violencia, violencia y más violencia. Porque no sólo es violento el delito sino la vida misma en que nos encontramos, un país roto desde lo más profundo de sus raíces, donde la vida no vale nada. Muchos se nos fueron para siempre, muchos más se los llevaron para jamás volver.

Decenas de miles de seres humanos masacrados, también miles desaparecidos, la cifra no disminuye, esta, con la indiferencia de todos se incrementa. Familias enteras de luto por la muerte o en agonía permanente por la angustia de no saber dónde está su ser amado. Dolor constante, indeleble, perenne. Absoluta falta de respeto al sufrimiento, insensibilidad, simplemente un insulto al que nos hemos habituado como una maldita costumbre de atropellar para no ser atropellado, se olvidó por completo el compañerismo, la camaradería, el civismo, aquél que nos inculcaban nuestros profesores en primaria y que nuestros viejos hacían gala de su práctica.

La ciudad que nadie reclama en la que la vecindad era una forma de convivencia diaria se fue sin dejar rastro. Hoy todos somos ajenos, con miedo al poderoso por influencia o violencia, al final da lo mismo. El abuso es permanente, ante la arbitrariedad el miedo es la constante que como fórmula matemática no deja margen al error. Lo saben quienes lo ejercen.

Se insulta al rico por arrogante y al clase mediero por aspirante, se privilegia la pobreza en todos los sentidos, en lo material y en lo moral, porque tan pobre es quien nada tiene como mísero el que lo tiene todo por sus ilícitas actividades, a éste último se le reportan, así es imposible construir un país con valores sociales, mucho menos frenar la delincuencia porque se ha vuelto modelo a seguir.

La ciudad se vacía, estamos cansados de la habitualidad de dividirnos, de la mañanera, de las peleas con el INE, TRIFE, la Corte, partidos y sus políticos, empresarios, comerciantes, deportistas, la lista es larga. México en medio de un permanente pleito callejero en donde nadie gana, todos salimos perdiendo.

Conduzco, en mano mi café humeante con exquisito aroma me mantiene despierto, sigo mi camino, solo con Rocco mi perro, me alejo, me quiero ir, me agota vivir en permanente defensa en un México de locura.

La soledad me acompaña, recuerdos me invaden, la nostalgia de lo que fue o de lo que pudiera ser es persistente, pareciere que jamás veré a mi país brillante. 

Quisiera escribir cosas bellas de esta nación, no las encuentro, si alguien sabe dónde están díganmelo por favor.

Sigo manejando, la ciudad sola, hace frío, Rocco observa por la ventana, ajeno, feliz. Acelero, me alejo, me voy… seguiré en busca del Estado perdido.

A todos Ustedes mi gratitud por haberme leído este año que termina en espera de que me acompañen todos los lunes del 2022.

¡Feliz año nuevo!