En Busca del Estado Perdido-El Cártel inmobiliario de la BJ

A Don Luis de la Peña lector, crítico, gran amigo;

Afirmaba Jean Jacobo Rousseau que el ejercicio de gobierno conlleva a que seres humanos ordinarios tengan privilegios de la colectividad que los mandata, por tanto, su autoridad se encuentra limitada a la voluntad del representado.

Partiendo de la doctrina de la democracia, la afirmación de Rousseau, es cierta el problema es que quede en un mero enunciado. Con frecuencia, las autoridades olvidan su origen, no me refiero a su condición social, sino del por qué están en el poder, luego la tentación del dinero arriba y como flecha que se clava en su presa se queda para no irse causando una herida profunda en la confianza del gobernado.

La Alcaldía Benito Juárez es una demarcación en la que se encuentran colonias como la Narvarte, Del Valle, Santa Cruz y Mixcoac, en su mayoría con población adulta, muchos jubilados de la administración pública -hombres y mujeres- que dieron su vida al servicio de la comunidad, por tanto, saben cómo opera el sistema, viven concentrados en transitar sus últimos años sin confrontamientos, en paz. Esta característica los hace vulnerables ante los intereses mezquinos de la autoridad que con frecuencia sucumbe ante la ambición del dinero cómodo que curiosamente se torna el propósito principal del quehacer administrativo frente a una comunidad cuya pretensión es cerrar sin sobresaltos el día a día.

Esta condición ha sido aprovechada por funcionarios que han gobernado la Benito Juárez por más de 30 años, propiciando una sospechosa transformación de la otrora pacífica y más o menos ordenada delegación -hoy alcaldía- en un mar de torres y comercios que amenazan el abasto de los servicios fundamentales y la seguridad de sus habitantes.

Lo peor del control de gobierno en una sola corriente política -PAN lo tiene desde hace tres décadas en la BJ- es que genera el enquistamiento de funcionarios con el surgimiento de mafias en su entorno. Hoy quienes escogimos como residencia la Ciudad de México somos testigos del crecimiento vertical en la vivienda -de suyo no es malo si esta se da con plan- haciendo que más gente viva con los mismos servicios públicos -agua, drenaje, alumbrado, policía, recolección de basura, parques- provocando su sobredemanda y su consecuente escases. ¿Quién gana con estos desarrollos? ¿la ciudad? ¿La administración? ¿La hacienda? No, ganan constructores sin escrúpulos y desde luego los funcionarios que otorgan los permisos motivados por ajenos intereses al bien público con el solo interés de hacerse de propiedades para acrecentar sus patrimonios, sin vergüenza, sin principios, sin importar ser descubiertos, finalmente el cobijo de la impunidad los protegerá.

Jorge Romero que fuera Alcalde, actual coordinador de los diputados federales panistas, no será tocado, su tránsito en la Benito Juárez deja la huella de un desordenado crecimiento inmobiliario y de paso sospecha en su heredad personal, de manera concordante Luis Vizcaino, mancuerna jurídica de aquel. Ambos toleraron la construcción de vivienda en violación a los planes parciales, edificios con más niveles sin la adecuada supervisión de cálculo, materiales y terminados, sus actos pudieren gravitar entre una tenue línea administrativa y penal. Los señalamientos en medios han escalado hasta el ámbito internacional, recientemente fueron objeto de una profunda investigación por el diario español ‘El País’, mostrando las inconsistencias graves en el actuar  de estos funcionarios.

La mutación de las Calzadas Vértiz, Obrero Mundial, Pilares y los ejes viales está a la vista, la manipulación del uso del suelo y su verificación dan como resultado la proliferación de modernos ‘Frankenstein’ urbanos que atentan en perjuicio de miles de habitantes que reclamamos orden en el desarrollo y respeto a la ley, pues al final, cualquier autoridad sin importar su origen político -PAN, PRI, PRD, MORENA-, son meros receptores del mandato de quienes teóricamente gobernamos.

Aspiramos a vivir en una ciudad acorde a la dignidad humana, con espacios públicos y servicios de calidad, producto de la planeación, no al caos cuyo único origen se explica con el inexplicable enriquecimiento de malos funcionarios.

El cártel inmobiliario pasó de ser nota a noticia, pero ahora poco a poco va quedando en el olvido de esta sociedad que sigue sufriendo de decisiones tomadas por sus mandatarios sin que nadie les pida cuentas de su encargo.

TFA