En Busca del Estado Perdido-Dios, a veces no te entiendo

En memoria del Padre Jorge Herrera

Hoy justo hace un año conocí por un video mensaje de WhatsApp al Padre Jorge Herrera LC.  Me encontraba grave por el COVID, fue un domingo muy difícil, pensé que no saldría. Fue por intercesión de su hermano Nabor y de su Papá D. Jorge, que recibí una hermosa oración ofrecida por el entonces Diacono Jorge Herrera para mi pronta salud. Me conmovió. La franqueza de sus palabras, la sencillez de su dialogo, la fe con que se pronunció. Aún la conservo.

En junio de este año, fui invitado a la ordenación sacerdotal del joven Padre Jorge, en Medellín, Colombia, lugar en donde había sido asignado por su congregación para prestar sus servicios sacerdotales.

Este mismo año en septiembre, tuve el privilegio de asistir a una de sus cantamisas en la Parroquia de Valle Real en Zapopan, ahí fui testigo de su enorme vocación para el sacerdocio. Fue el momento en el que lo conocí personalmente. El Padre Jorge, un joven de más de 2 metros de estatura, alegre, sonriente, bromista, de mirada atenta, profesando la fe de Dios, pero, sobre todo, la fe en su familia, un enorme amor en sus padres, Doña Tere y Don Jorge, ambos orgullosos del sacerdote.

Terminada la eucaristía se nos brindó una cena en familia en la que pude convivir con Jorge, le pregunté si regresaba a México y el me dijo que no, por el momento, debido a las enormes necesidades pastorales colombianas, afirmó, las cosas no están bien por allá, tenemos que trabajar mucho por los jóvenes.

Hablamos de religión, de fe, de la familia, de la política, de su vocación, fue sumamente agradable saber que tantos años de sacrificio para su formación se ven reflejados en las acciones de bondad de un ser humano.

El día de hoy, justo a un año de haber recibido el video mensaje, falleció el Padre Jorge.

La noticia me dejó consternado, dolido. No entiendo como un ser humano tan bondadoso nos es arrebatado. Su partida nos deja una huella de dolor y sufrimiento a su familia y amigos, pero también el recuerdo del hombre integro, entregado a la palabra de Dios.

Como todos, he vivido momentos de profundo dolor, la pérdida de familiares y amigos, enfermedades o injusticias. En los momentos aciagos me a surgido la rebeldía de quien considera inmerecido el hecho dramático por el que se atraviesa y reclamo: ¿Por qué a mi? ¿Por qué a los míos? ¿Para qué? Hoy de nueva cuenta, no lo puedo evitar, ante la pérdida de Jorge, aún en la fe de Cristo, digo: Dios, a veces no te entiendo.

Jorge, querido, descansa en paz.