Breve, pero a fondo-Semana Santa

Breve, pero a fondo-Semana Santa

Si siguiéramos al pie de la letra lo que dicta la tradición católica, estos serían días de guardar, de recogimiento y reflexión. Millones de personas en México y en el mundo estarían listos para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, hijo de Dios, en una liturgia que empezó con el Domingo de Ramos y que alcanzará el climax con su Crucifixión el viernes Santo.

Pero una pandemia que dista mucho de terminar cambió en muchas formas las prácticas sociales y también las religiosas. Esta será la primera Semana Santa que se celebra bajo el cobijo universal de un virus que al mundo le ha costado millones de vidas. Es verdad que en el 2020 ya nos azotaba esta emergencia sanitaria, pero desconocíamos la magnitud de la devastación que causaría un año después. Ahora lo sabemos. Sólo en México la cifra cobra un tinte de tragedia al revelarse que los fallecimientos podrían ser de 322 mil o más.

La pandemia, lo queramos o no, modificó las propias relaciones sociales, muchas de ellas que no se entienden a bien. Es indudable que el coronavirus obligó a familias enteras a dejarse de ver, interactuar por el miedo al contagio, mientras que miles de empresas de todos tamaños pidieron y, en algunos casos, forzaron a sus empleados a trabajar desde casa, en un aislamiento cuyos efectos no tardarán en manifestarse a plenitud. Escuelas por doquier con los cerrojos y cadenas bien puestos para resguardar sus instalaciones. Miles de negocios quebrados. La sana distancia y el uso del cubreboca se hizo prácticamente habitual.

Pero llegó la Semana Santa y este nuevo patrón social quedó en el olvido, familias enteras se reencontraron y para festejarlo, hasta se fueron juntos a algún lugar para vacacionar, para estar juntos, como antes del Covid.

Aquellas masas de gente que se temían unos a otros, perdieron el temor y se reconciliaron, y qué mejor que sea en las arenas de las playas nacionales para volver a tocarse sin miedos, al cabo, la sal de los mares lo curan todo. Memorable el gentío en Acapulco, Mazatlán, Cancún, en fin, en todas esas playas que sirven para el regocijo y la diversión. Bien valió la pena el sacrificio del encierro, de las limitaciones físicas por el Covid, de las cuarentenas que pagamos en quincenas ¡Qué caray, al agua patos!, hay que vivir la vida, aunque apenas cinco millones de mexicanos hayan recibido al menos una dosis contra este maloso virus que muta y se reacomoda ante las nuevas defensas del cuerpo humano. Pero eso no debe preocupar, sólo faltan unos 120 millones de los nuestros por recibir la vacuna.

Pero la pandemia también unió a pobres y ricos, ya que unos y otros salieron huyendo en esta Semana Santa a donde pudieron, para cambiar de chip, para olvidar los tiempos oscuros de la pandemia.

Así es, la gente aprovechó esta Semana Santa, la de este 2021, para atiborrar los centros turísticos del país, para liberarse del yugo del temor y del encierro en el que sobrevivían. Rompieron las cadenas, y olvidaron que este virus puede matar. Para muchos bien valió la pena dejar atrás el dolor por la pérdida de algún ser querido o cercano por culpa del malvado coronavirus.

Si en los templos católicos apenas y asoman puñados de feligreses para recordar la Pasión de Cristo, en las playas miles ya se agolpan para disfrutar estos días de las aguas cálidas del caribe mexicano, o del Pacífico, o de los Golfos de México y de California. Una chulada el clima caluroso, que en algunos puntos del país es ardiente, que invita a beber de todo, desde aguas de coco, horchata y tamarindo, o de las decenas de frutas que se producen en este enorme territorio nacional, hasta una cerveza bien fría o de otras tantas exóticas bebidas.

Muchos dormitan en camastros y en hamacas, se relajan e imaginan que todo terminó. Ojalá y ese suave sueño no se convierta en una horrenda pesadilla. La pandemia sigue aquí, los hospitales se mantienen a tope, los contagios no cesan, no sólo aquí, también en muchas partes del mundo, incluso en países donde existen masivos programas de vacunación, y a donde muchos mexicanos comienzan a viajar en busca de la preciada vacuna, sea cual sea.

¡Qué caray!

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